quarta-feira, 6 de junho de 2012

5 de xuño de 1937

Emotivo 75 cabodano  hoxe en A Estrada. Pouca xente, como era de esperar, a pesares dos esforzos en publicitalo.
Do goberno municipal actual, so asistiu o BNG e o PSOE...tamén era de esperar...
Mañá, máis fotos...
O vindeiro sábado día 9, seguimos afondando na memoria, coa presentación de dous libros. Mais ese evento xa está no índice deste blogue.








Cárcel de Pontevedra, 13 de marzo de 1937


Ramón Fernández y demás compañeros.


Amigos y correligionarios de la Estrada:

Estos compañeros nuestros, que el barómetro de la existencia les puso en el grado de tener que sucumbir, a merced de la calumnia y la infamia; estos hombres que con espíritu ante la más ignominiosa de las acusaciones, han tenido que ser víctimas de una sentencia inocua para ser inmolados en aras del ideal, puro e inmaculado de la República, que aún después de ejecutados, surgirán siempre por donde caiga una sola gota de nuestra sangre; estos hombres que sus hogares se cubren de luto, y los corazones de sus viudas y sus inocentes hijos están empañados y horriblemente contorsionados por la amargura de que estos miserables ensucian sus manos en nuestra sangre sin macula; estos hombres a vosotros se dirigen, para encargaros en último y postrer encargo especial, que sabréis cumplir fiel y estrictamente todos, puesto que el recuerdo de estos mártires perdurará en vuestra memoria.
¡Pues bien! Estos hombres (cadáveres vivientes) os recomiendan ante todo serenidad, mucha serenidad, para soportar el duro trance, cuando os digan que estos queridos amigos vuestros han sido ejecutados; y luego invariables de la causa; os rogamos no abandonéis a nuestras pobres esposas y a nuestros queridos hijos, a éstos decidles que sus padres han muerto por el ideal santo de la República; por la regeneración de la España de menesterosos y de los hambrientos, por los honrados trabajadores nobles, nos han fusilado. Esperamos (recalcamos esto) miréis mucho por nuestras viudas y por nuestros pequeñuelos, que tengan siquiera pan para amortiguar el hambre de estas criaturas que quedan sin tener que comer. Vosotros que sois honrados, que sois hombres que tenéis corazón con fibras de republicanismo como nosotros, sentís a la par que nosotros como embarga en nuestro pecho el dolor, no por morir, pues demasiado sabéis la entereza que nos caracteriza, sino por tener que dejar la hora bendita del triunfo que se aproxima y no poder verlo. Y ahora que hablamos y mencionamos el triunfo, esta hora que está muy próxima, esta hora que a pesar de nuestro estado de marrición, que por estarlo así no podemos ver, en esta hora que suponemos que vuestros corazones tratarán de evadirse de vuestros pechos con la emoción; mas en esta hora que todos al grito unísono de viva la República; en esta hora que la Bandera tricolor ondea en la cúspide más alta de La Estrada; en esta hora la más grande quizás para nosotros que los siglos vieron; en esta hora, queridos correligionarios y camaradas nuestros; en esta hora símbolo de la redención de la nueva era; que en medio de vosotros a toda voz resuene, se oiga cual preciado clarín, en todos los ámbitos de La Estrada y digan muy claramente sin precisar de altavoces, fantoches hipócritas y canallas como acabamos de dejar el mundo; que pronuncien esto: ¡Republicanos! Queridos camaradas: Existen en estos momentos de innegable olvido más nombres que tenemos que grabar con letras de oro, el nombre de más mártires de La Estrada, víctimas de la más ignominiosa opresión que los siglos vieron: Ramón Fernández Rico, Manuel Nogueira González, Jesús Puente Fontanes, José Mª Pena López, Cándido Tafalla Froiz y José Rodríguez Sangiao. Tampoco vamos a olvidar a José Gómez Rivas, Manuel Puente Porto, José Fernández Cortez, José Vidal Puga, Manuel Vázquez Cruz y José Graciano García, y vosotros añadiréis si alguno más cae después de nosotros.
Os queremos decir con esto, vecinos y compañeros, que nos consta sabréis cumplir con vuestro deber; pero como así mismo nos consta que pronunciaréis nuestros nombres y lo mismo los de nuestras familias, y si alguno ha caído con la famosa ley de fugas, que tanto ha imperado para todos estos; justicia, justicia y advertencia; si os parece que aún pagando con la vida no hemos cumplido con nuestro deber, entonces, correligionarios, entonces no se la hagáis, y si queréis que siga la farsa, que siga. Pero tened presente que estas voces y consideraciones que os hacemos, el prisma del nuevo régimen, tenedlo muy en cuenta, en los lamentos de ultratumba.
Ahora que salimos del feo encargo; aunque nos perdonéis lo extenso que somos, otros encargos de menor "tara": esperamos que en la próxima reunión, después de posesionaros del Ayuntamiento, conste esta carta, mal hilvanada, en el libro de actas. Que una de las calles más céntricas de la floreciente villa, llevará esta inscripción: Mártires de La Estrada; y que obraréis como os lo pedimos en nombre de la República y de la democracia y del ideal que nos lleva a la tumba. Queridos compañeros nuestros, estas toscas líneas que vosotros lleváis son los últimos latidos del corazón de estos "cristos" que al grito de "Matadles, matadles" que algunos desgraciados tahúres vecinos nuestros así lo han dicho, así que no queremos entristeceros más, no queremos haceros sufrir más, tampoco queremos que seáis hombres forjados en estos suplicios que atravesamos todos, así que, compañeros, el último pensamiento será para vosotros; muestra que seremos firmes y enteros ante el piquete, gritaremos con toda la fuerza de nuestros pulmones: ¡Viva la República, viva el Frente Popular, viva la Libertad, viva la Democracia y abajo los tiranos!
Compañeros, el último abrazo y el último pensamiento cumplidlo por bien de la causa, para que jamás la historia del mundo tenga que soportar tan horrendos crímenes.
Salud camaradas, hasta la eternidad.

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